ZANZIBAR EN VIAJE #17

Llegada a tierras Africanas

La embarcación a vela Zanzibar llega a tierras africanas. Descubra la continuación de las aventuras de Laurent, Bérengère y sus hijos en Senegal. Primera escala en Dakar.

 

Una pintoresca entrada en la bahía de Dakar

5:00 h de la mañana, nos aproximamos a Dakar después de seis días y medio en el mar. Laurent vigila las numerosas canoas, redes y nasas. Aún es noche cerrada, sin luna. El calor todavía se nota: ¡34 ° C! Comienzan a llegarnos efluvios desde tierra: huele a calor, humedad y peces.

Esperamos entrar pronto en la bahía de Dakar. En la negra noche, finalmente vemos otros veleros anclados: ¡estamos allí! Imposible volver a dormir a pesar del cansancio, estamos muy emocionados con descubrir este nuevo país.

Laurent está tratando de conectarse con el  Cercle de Voile de Dakar con el VHF, ya que tendrá que haber un barco que asegure los traslados desde las embarcaciones a la playa. 9:00 h, todavía no hay respuesta... Tendremos que volver a inflar la lancha auxiliar que se había colocado en la cubierta para la travesía y ponerla en el agua. Al salir el sol, disfrutamos del paisaje circundante. Estamos anclados unos veinte veleros.

Sobre las grandes piraguas de pesca, pintadas de vivos colores, se posan las garcetas blancas y otras aves marinas. Descubrimos una gran playa dominada por unas palmeras que esconden muchas casas. Más hacia la derecha, los pescadores en piraguas venden sus peces. Es la subasta de la mañana.

 

Una cálida bienvenida

Una vez inflada la lancha auxiliar, podemos finalmente descender a tierra. Un pontón de madera de fabricación artesanal está allí para amarrar las lanchas. Restos de naufragios están depositados en la playa, otros están en reparación. Jóvenes senegaleses juegan al fútbol bajo el ardiente sol. Recién desembarcados, los pescadores sentados a la sombra de las palmeras nos reciben y nos indican la entrada al Cercle de Voile de Dakar. Por todas partes, bondadosas y cálidas sonrisas nos dan la bienvenida.

Llegamos a un espacio a la sombra, cuyo punto central es el bar donde todos se reúnen por la noche para hablar sobre sus viajes. Aquí, unos cuantos senegaleses intentan ganar algo de dinero. “Mama nougat” vende nougat, “Mama légume” vende verduras, “Mama tissus” hace ropa a medida, “Mama lessive” lava la ropa... También hay mecánicos y un reparador de velas.

Si hemos hecho escala en Dakar, no es por el atractivo turístico de la ciudad, sino sobre todo para realizar las gestiones administrativas que solo se pueden hacer aquí para entrar en territorio senegalés. Así que tenemos que pasarnos por la policía del puerto para presentar nuestros pasaportes, y luego ir a la aduana para pedir un pase que nos permita quedarnos un mes en Senegal con la embarcación.

Nuestra escala en Dakar también es la ocasión de para por el Instituto Pasteur para vacunarnos contra la fiebre amarilla. Una vacuna que no habíamos puesto antes de irnos porque no teníamos intención de ir a Senegal.

 

Visita a la isla de Gorée

Como nos encontramos con que la ciudad de Dakar está contaminada y congestionada, tomamos el ferry para ir a la isla de Gorée, situada justo en frente de Dakar. Esta pequeña isla llena de historias es bonita y está llena de flores. El agua es clara y podemos nadar allí. El lugar es hermoso y pacífico: es difícil creer que de aquí hayan salido miles de esclavos, hacinados como animales en la bodega de las fragatas. Visitamos la casa de esclavos que data de la época colonial, ahora transformada en un museo.

Ya hace 5 días que llegamos a Senegal, es hora de continuar nuestra ruta hacia el río Casamance...

 

Bérangère

 

JEANNEAU